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CANTADORAS SABORES Y PRÁCTICAS GASTRONÓMICAS AFRO COLOMBIANAS




AURORA CASIERRA




  Una mujer menuda, activa, imparable  y con una sonrisa amplia que regala a cualquier persona que tuviere el acierto de saludarla; así es Aurora Casierra. Una de las tantas mujeres desplazada por los sin saberes de la violencia del conflicto interno colombiano. Por amenazas tuvo que dejar del todo en el 2002 su natural pacífico, su municipio Vuelta del Gallo del rio Patía en  Tumaco en el departamento de Nariño para instalarse en la capital de Colombia; entonces cambiar sus referentes de rio y mar, a cerros y asfalto; subir 2600 metros, estar más cerca de las estrellas, pero lejos de la calidez de su tierra y de los suyos.

Sin embargo, el frio no amilanó a esta madre de 2 jóvenes y recién abuela de 2 bebecitas. Hace 3 años vive en la urbanización Arboleda Alta de Ciudad Bolívar, en una modesta casa que viene pagando con el  fruto de su trabajo. Su espíritu la ha llevado a enarbolar, ante los organismos del estado, las banderas de su comunidad, de los desplazados, de los afro descendientes, de su  pacífico y especialmente de los niños.  Con los colombianos más pequeños y tristemente más olvidados desarrolla talleres artísticos, principalmente musicales, a fin de proveerlos de herramientas de paz para enfrentar el mundo violento y seductor que los rodea, y de preservar el legado cultural del cual es delegataria. Aurora es una cantadora del pacifico colombiano.

Además de vivir y enriquecer sus tradiciones al interpretar alabaos y arrullos, Aurora se reconoce y reinventa como tumaqueña a través de la cocina, reelaborando con las condiciones impuestas por la ciudad de Bogotá, al no ofrecerle la totalidad de los ingredientes, los platos propios de su región. Mientras los prepara vienen a su mente recuerdos de su tierra, de su familia, de sus amigos; añora la posibilidad de reunirse y compartir con ellos, tanto como sus costumbres, esas tradiciones que han tenido que acoplarse a un nuevo estilo de vida. Para Aurora es triste no poder cantarle a sus muertos y tener que dejarlos solos en la funeraria pues a las 10 de la noche cierran el establecimiento y es obligatorio salir, un vida muy diferente a su pueblo en el que desde pequeña acompañaba a su mamá a cantar en los velorios en casa, en las fiestas patronales de la Virgen del Carmen, de San Antonio, del Señor del Mar o en las fiestas decembrinas.

Aurora vive agradecida con su madre por enseñarle y dejarle aprender a su lado quienes eran como comunidad. Así adquirió las herramientas para sortear las vicisitudes que se le han presentado en la vida, las cuales no han sido pocas. Y eso mismo quiere hacer ella por los niños y jóvenes de las comunidades desplazadas del pacífico situadas en Bogotá, ayudarlos a no olvidar quienes son, a reconocer la riqueza de la cual son delegatarios y animarlos a defenderla, reinterpretarla y multiplicarla. Aurora quiere, en unos años, enorgullecerse al ver a este grupo de chicos lograr sus sueños, que su trabajo con ellos sea internacionalmente conocido, que muchos más niños puedan beneficiarse y porque no, encontrar en uno o varios de ellos las personas a quien develarles sus secretos culinarios, esos que vienen de generación en generación.

Aurora también sueña con volver algún día a Tumaco, ya no de entrada por salida como lo hizo hace unos años, una única vez, cuando llego a recoger a una de sus cuñadas que también fue amenazada.  Confía en volver a su Vuelta del Gallo del Rio Patía, a disfrutar de su tierra, de la riqueza de su tierra sin temer a los que dejaron hace 10 años ese panfleto debajo de la puerta de su casa, obligándola a abandonar lo que hasta ese momento era su vida.

PUSANDAO
Es un plato típico de Tumaco Nariño, cotidiano en la gastronomía de las familias del pacífico colombiano, de fácil preparación y exquisito sabor. En Bogotá no suelen conseguirse todos sus ingredientes, como por ejemplo la carne de cerdo curada, la chillangua y la chirará, por lo que resulta determinante el mandarlos a traer, encargarlos, al propio Tumaco; convirtiendo la degustación del plato en un hecho especial.

En Tumaco, los abuelos enseñaron que la carne de cerdo se cura adobándola con sal y enterrándola, resguardad en un balde, dentro de la tierra. EL proceso de curado puede durar 1 mes, 3 meses, dependiendo del grado de curación que la persona quiera darle. La carne no pierde su suavidad pero si su color, pasa del blanco a un rojo suave, y su sabor toma otros matices, dependiendo por supuesto de la preparación final del producto.

Una preparación de Puzandao para 10 personas necesita:
2 Litros de agua
2 Kilos de carne de cerdo curada / carne serrana (cortada en presas)
10 Porciones de gallina criolla o pollo, en su defecto
10 Huevos crudos (o menos, de acuerdo a como se vaya a porcionar)
2 Libras de papa mediana
2 Plátanos verdes
3 Dientes de ajo
2 Ramas de cebolla larga
3 Ramitas de cilantro
1 Pimentón rojo
4 Hojitas de chillangua (conocido en Bogotá como cimarrón)
Chirará, al gusto
Ají dulce, al gusto
Perejil, al gusto
Sal, al gusto
Color, al gusto
Ingrediente secreto (especias), al gusto


Para su preparación, con anterioridad se ha tenido que desalar la carne de cerdo curada, lo cual se logra dejando la carne en un tazón con agua por 3 días. Al cumplir el tiempo se toma la carne y se enjuaga con agua limpia para eliminar cualquier residuo localizado de sal.

Las papas se lavan muy bien, se limpian con un cuchillo sin eliminar completamente la cáscara, se dejan enteras o se parten por la mitad si son grandes. Los plátanos se pelan y trocean (parten con las manos) según el tamaño de las porciones acostumbrados en casa. Se pican la cebolla larga, el pimentón, las hojas de chillangua, el ají dulce, el perejil y la chirará. Las mitad de las ramitas de cilantro se amarran es una especie de mazo. El ajo se machaca en mortero y se le adiciona una pizca de sal si es ajo del morado, pues la sal facilita su trituración.

Listos los ingredientes se depositan en una olla grande y se sazona al gusto con el color y las especias. NO se le adiciona sal por el momento. Se revuelve suavemente para mezclar los ingredientes, se pasa al fuego y se medio tapa. A llama alta se deja 15 minutos, se pasa a llama media por 45 minutos y luego a baja por unos 15 minutos finales. Para que no se sobre cocinen, los huevos y las papas se sacan después de asegurar su cocción y de que hayan tomado buen sabor. A fuera, los huevos se pelan y vuelven a la olla con las papas minutos antes de servir el plato.

Al disminuir la llama a fuego bajo, se prueba la sal y es entonces, dependiendo del paladar de quién prepara el plato o para quiénes se prepara, cuando se adiciona la sal. Ello atendiendo a que la carne de cerdo curada aportará el punto de sal necesario al puzandao. La mitad del cilantro que no se utilizó en la preparación se pica finamente para decorar el plato cuando se vaya servir. El cilantro con el que se cocinó el plato, puede picarse también o botarse a la basura. Si se desea, como con el cilantro, pueden dejarse hojitas de chillangua finamente picadas para el final.

Listo el puzandao se sirve, caliente, en un plato hondo colocando primero la presa de carne de cerdo curada, luego la de gallina criolla o pollo, el huevo, el plátano, la papa y por último el caldo. Al gusto, el cilantro y/o la chillangua finamente picada para decorar.


LUZ MARINA CUESTA ASPRILLA






“La costeña” así era conocida en apartado Luz Marina Cuesta Asprilla, una mujer afro descendiente oriunda del Choco y dueña de una gran sazón que desborda el mundo culinario. “La costeña” era así mismo el nombre de su restaurante donde complacía el paladar de su extensa y fiel clientela quienes recurrentemente solían pedirle el ¨pescao¨ en salsa de camarón.


El arte gastronómico lo aprendió de su mamá, quien dice: “seguramente lo aprendió de su mamá, quién lo aprendió de su mamá”, e inevitablemente vuelve a sonreír,” todos saben cocinar en mi familia”, manifiesta. 

Desde muy niña Luz Marina le ayudaba a su madre en la tarea de preparar platos especiales para las personas del barrio; hoy deja boquiabiertos a sus compañeros y docentes en el Instituto Cafam en donde cursa el último semestre de su formación en Técnico en Alimentos, mediante una beca que obtuvo al ganar el primer lugar en un concurso de cocina organizado por una ONG internacional, esa vez, deslumbro y enloqueció al jurado con un sancocho de bagre acompañando con arroz con coco,  tal exquisitez le valió además de la beca de cocina, un viaje a nivel nacional, escogiendo por destino la ciudad de  Barranquilla.

Con la convicción de quien ha hecho algo muchas veces, Luz Marina dice que le sigue gustando la cocina y ahora puede preparar platos de cualquier parte del país. Aspira y trabaja por montar un restaurante en la capital, aunque confiesa que en Bogotá las cosas no le han sido fáciles. A esta tierra llegó desplazada por amenazas en el 2005 sin mayores recursos después de ser la dueña de un negocio prospero. Ha tenido que afrontar la pobreza, el rechazo, la marginalidad y todos los problemas que se derivan de dicha situación. Llegó con sus 2 hijos, a quienes tuvo que mandar a Urabá a los 2 meses después de su  arribo, por motivos de seguridad.

En la actualidad tiene 2 nietas, que por la distancia, no ve con la regularidad que quisiera,  pero tiene su propia terapia, la cocina; en ella viaja a su tierra, recuerda sus paisajes, su gente, sus anécdotas mientras prepara los platos propios de su tradición. A Luz Marina la cocina le ha servido para sobrevivir, en todos los sentidos. Por esto, ya le tiene nombre a su próximo restaurante “Sazón Tropical”, con él espera ayudar a varias personas, familiares, amigos que también han sufrido el flagelo del desplazamiento; de apoyar a las personas que han estado en el mismo dolor de la pobreza que ella encontró cuando llegó a Bogotá. Luz Marina piensa en “Sazón Tropical” como el lugar desde donde apoyar a mujeres luchadoras como ella.

No en vano representa a esas mujeres, familias, niños, jóvenes, personas, en la Mesa Distrital de Víctimas; en la Mesa Distrital de Mujer y Género; en la Mesa Regional de Afro descendientes de Cundinamarca; es líder comunitaria de la zona 19; y es secretaria de la Junta de Acción Comunal del barrio los Robles.


ARROZ ENBIABLAO o  “arroz arrechón”
Fuera de la polémica sobre la cualidad afrodisiaca del plato, el aroma de su cocción puede despertar los más bajos instintos alimenticios. Cuentan, que el arroz endiablo debe su nombre a la combinación de carnes, especialmente de mariscos, que contiene. Es un plato tradicional de toda la costa pacífica, adecuado para acompañar cualquier tipo de celebración, cumpleaños, primera comunión, bautizo, matrimonio; o en lo particular, engalanar un día cualquiera.

En el pacífico las costillas de cerdo, uno de los ingredientes claves de este plato,  se ahúman colocándolas sobre un fogón de leña el cual se cubre con hojas de bijao o en su defecto, con hojas de plátano. Las costillas se dejan sobre el fogón de leña por una o dos horas, dependiendo del gusto en la preparación de la carne.

Una preparación de Arroz ¨Endiablao¨  para 10 personas necesita:
3 Lbs Costilla de cerdo ahumadas en leña o en su defecto, cocinadas en salsa
10 Salchicha ranchera, o al gusto
3 Lbs de almeja con la concha
2Lbs anillos
3 Lbs de camarón
2 Lbs arroz
Achiote o en su defecto 300gr Salsa tomate
200gr Crema de leche
1 Lb zanahoria finamente picada
1 Lb de habichuela finamente picada
1 Pimentón rojo grande finamente picado
5 Dientes de ajo machacado
2 cebolla blancas cabezona en julianas
2 tomates grandes picado al gusto
2 Pastillas de Caldo de Gallina
Cilantro finamente picado al gusto
Orégano
Sal

El inicio de la preparación del arroz endiablao responde a la preparación de la carne y los mariscos. Las costillas de cerdo, en ésta oportunidad guisadas, se ponen a cocinar, en una olla con un cuarto de agua, con achiote al gusto o un sobre pequeño de salsa de tomate, un cubo de caldo de gallina, finamente picados: una cebolla blanca mediana, un tomate rojo mediano y un pimentón rojo mediano, pimienta y sal al gusto. Las costillas se dejan en el fuego hasta que estén cocidas y el guiso quede espeso.

Los camarones, los anillos y las conchas se cocinan a fuego lento cada uno por separado, en ollas independientes, con agua y sal. La cantidad de agua suficiente para cubrir el marisco respectivo. La medida de sal, media cuchara dulcera. El tiempo de cocción de cada marisco no debe sobrepasar los 20 minutos.

Otro de los ingredientes que deben estar previamente cocidos para la preparación del arroz endiablado es justamente el arroz, el cual se cocina a gusto de los comensales.

Listos los principales ingredientes, se inicia la elaboración del plato. En un caldero se echa uno a uno  el aceite, la cebolla, el pimentón, el cilantro, la zanahoria, la habichuela, el tomate y la sal revolviendo suavemente a fuego lento. Cuando ya la cebolla se está fritando se le agrega la salsa de tomate y luego las salchichas revolviendo suavemente para que vaya cogiendo gusto la salsa.

Se continua con la adición uno a uno de los ingredientes. El siguiente es el ajo machacado, la crema de lecha, las costillas previamente cocidas, el caldo de gallina desmenuzado y los anillos previamente cocidos, revolviendo constantemente para que vayan cogiendo el gusto las costillas y el resto de los ingredientes.

Sin dejar de revolver, a la preparación se le agrega uno a uno el resto de los ingredientes así,  el camarón previamente cocido, los anillos previamente cocidos, las conchas previamente cocidas y por último el arroz ya elaborado.

Los ingredientes deben ir adicionándose a la preparación uno a uno a fin de que vayan tomando el sabor de la salsa. Por ello se revuelve suavemente, para que a medida que se va cocinando, cada componente vaya construyendo y adquiriendo el sabor final del plato. En este proceso el color del plato puede cambiar un poco.

Una vez bien revuelto todos los ingredientes en el caldero, se tapa y deja a fuego lento por 20 minutos, después de los cuales el plato puede servirse.  La decoración del plato puede hacerse con las mismas conchas, anillos y camarones del arroz.

Bon apetit








 


SEGUNDA CASIERRA

Espontaneidad, alegría, son la palabras que evoca  su presencia, Segunda Casierra; la madre de 4 jóvenes y abuela de un bebé. La mujer que en 2002 fue obligada a dejar de trabajar en las labores del campo, con lo que  ayudaba a sus padres en su finca en el municipio Vuelta del Gallo Rio Patía en Tumaco Nariño. Apenas un leve incremento para el dato estadístico de los muchos colombianos desplazados  a quienes la violencia les ha cambiado la vida drásticamente.

Pero cuando un espíritu es fuerte, cuando el amor está presente, cuando se le abre a pesar del dolor espacio a la esperanza, se encuentran caminos para darle libertad al alma; caminos como la música, caminos como la gastronomía, caminos relacionados con lo cotidiano de la vida misma y por ello con el arte, así ha vivido Segunda Casierra, cantándole a la inhóspita ciudad que la recibió sin percatarse, a la gente que no entendía su modo de vida, a sus nuevos vecinos desconcertados por los alimentos que ella preparaba.

Segunda, a quién no la desvela los puestos, es una cantadora, una guardiana y promotora de las tradiciones del pacífico colombiano; es una historiadora de la vida de su gente y para su gente. Y como para ello no necesita circunscribirse a su territorio, desde el barrio “El Oasis” de Ciudad Bolívar en Bogotá trabaja con su hermana y otras líderes comunitarias en rescatar la música de sus ancestros, en enseñársela a los niños y jóvenes la magia del Cununo (Tambor del pacifico colombiano), la Marimba, el Guazá o el Bombo.

Su apuesta es sembrar el amor suficiente para ver este trabajo multiplicado y si ella estuviera impedida para hacerlo, desea que lo continúen sus hijos, evitando así que se pierda lo aprendido de sus padres, tíos o abuelos. Por ello, encantada enseñaría, a cualquier persona interesada, los secretos de la cocina típica del pacífico; prometiendo transmitir más allá de la elaboración de una receta, el  cómo adobar un marisco o de cuál es la mejor técnica para obtener el zumo de coco, el transportarse, mientras se cocina, al litoral pacífico colombiano, recorrer sus territorios, deslumbrarse con sus paisajes y apreciar una manera distinta de vivir.

Eso es justamente lo que evoca Segunda cuando cocina sus platos típicos; disfruta el mar, recuerda entrañablemente a su madre, a quién le aprendió el arte culinario y quien siempre la motivo a desarrollarlo diciéndole que el cocinar la llevaría a un mejor futuro, le evitaría pasar trabajos. Recuerda las incontables veces en que la ayudo a preparar infinidad de platos, casi desde el mismo momento de su nacimiento.

Entonces Segunda canta, como lo hace cuando atiende los quehaceres de su casa; dependiendo de la tonada, recuerda los ritmos de la marimba y se deja llevar; al final trae un poco de su tierra en una canción tradicional o en una que apenas empieza a conocer la luz, un tema de su autoría. Ahí, Segunda sueña, pues no quiere verse únicamente como una líder, ella anhela alcanzar el reconocimiento del público como una gran cantadora, en colegios, en grandes teatros y porque no, en espectáculos fuera del país.



ENCOCADO DE PIANGUA O PIANGUA EN ZUMO DE COCO
La piangua es un manjar al que las comunidades afro descendientes del pacífico colombiano han encontrado una multiplicidad de preparaciones, en ceviche, arroz, empanadas, encocado, en fin. Es un molusco bivalvo al que se accede cuando la marea baja, dejando en descubierto el suelo del manglar donde se encuentra enterrado. Para extraerlo toca meter la mano en el barro, a veces hasta todo el brazo completo pues, pueden estar a 35 centímetros de profundidad. Las piangueras, dado que las recolectoras de piangua principalmente son mujeres cabeza de familia, van palpando en el manglar hasta reconocer la concha y sacarla.

Su preparación no exige una fecha especial, basta el antojo de consumirlo y retar su exquisitez en una nueva receta; sin embargo, puede acompañar la celebración de cualquier tipo de festividad. Cabe anotar que la versatilidad de la piangua trasciende su preparación en sí, al permitir, a su vez, todo tipo de acompañamiento; por ejemplo, el enconcado de piangua puede servirse con arroz blanco, arroz con coco, patacón, yuca, ensalada, en fin, al gusto de cada comensal.

Una preparación de Encocado de Piangua o Piangua en Zumo de Coco para 10 personas necesita:
1 Kilo de piangua finamente picado
2 Ramas de Cebolla larga finamente picada
1 Pimentón mediano rojo finamente picado
3 Hojitas /50gr chillangua (conocida en Bogotá como cilantrón)
1 Pocillo de zumo de coco
2 Dientes de Ajo triturado
2 cucharaditas de Aceite
Sal al gusto
Hierbas (especias) si lo desea
Cocinar con mucho amor para que no se le corte la comida

Lo primero es preparar el Zumo de Coco. En el Pacífico la carne del coco no se desprende para rayarlo, se hace directamente en el coco. Para lograr esta asombrosa hazaña utilizan la concha de la piangua; con ella van raspando directamente la carne en el mismo coco, permitiéndoles además obtener una carne de coco mucho más suelta y jugosa. A ésta se le agrega un tanto de agua y con las manos se empieza a amasar para obtener el zumo; evitando también el común uso de la licuadora.

En Bogotá los cocos son más secos y aunque es efectivo el uso de la concha de la piangua para obtener la carne del coco, ésta se coloca en un recipiente con un tanto de agua en el fogón, por corto tiempo, para facilitar la extracción del zumo del coco. En la cocina del pacífico colombiano, el zumo de coco es un ingrediente apetecido y por ende presente en una infinidad de preparaciones, especialmente en la de mariscos.

Por su parte, el kilo de piangua se lava bien y deposita en un recipiente con agua caliente por unos 10 minutos, con el fin de que las conchas abran y pueda tenerse acceso al producto. Obtenida la piangua cruda se cocina en un recipiente con medio litro de agua y una cucharadita tintera de sal por unos 20 minutos a fuego medio. Cocida la piangua se escurre y procede con la preparación del enconcado.

A un sartén sobre el fuego, a llama media, se le agregan 2 cucharadas de aceite, la cebolla, la chillangua y el pimentón. Se mezclan suavemente para que los ingredientes se unan y empiecen a mezclarse, combinando sus sabores. Incorporados los ingredientes, se le agrega el ajo y se continúa revolviendo suavemente, procurando que no se quemen y se pierda el sabor. Compacta la salsa, se adiciona la pianguaprecocida mezclándola muy bien para que adquiera el sabor del guiso. Diez minutos después, se adiciona el zumo de coco revolviendo suavemente. Se baja la llama, dejando la preparación cocinar 10 minutos a fuego lento, revolviendo suavemente de vez en cuando hasta que alcance un punto cremoso de cocción. En ese momento es tiempo de retirarla del fuego y servirla calientica.

Para decorar el plato se pueden usar las mismas verduras con las que se cocinó la piangua.

Otra versión posible para la preparación del enconcado de piangua resulta de cocinar la piangua con el zumo de coco, a fuego lento para que los sabores y texturas tengan más tiempo de amalgamarse. Luego elaborar el guiso tal como se ha explicado y listo, unirlo con lapiangua cocida en zumo de coco; dejando la mezcla en el fogón de unos 5 a 10 minutos para lograr un sabor compacto.

En cualquiera de los 2 casos obtendrá un plato delicioso, poderoso y con rumores afrodisiaco.

Fundación Río al Sur




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