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Crónica ¨EL MARIMBERO DE LOS CIEN AÑOS¨



Sobre las combadas ruedas de su vieja silla se planta frente al piano de la selva el alma inquieta de un niño que vive encarcelado desde hace un siglo en el cuerpo de Guillermo Ríos Benítez, un intérprete y constructor de Marimbas nacido en Saija, Cauca, un diminuto lugar de aguas dulces y saladas que alguien acomodó en la cintura  del Pacífico sur colombiano.  Guillermo Ríos hoy cumple 1OO años y está frente a su marimba para grabar su primer disco, de esta manera cumplirá uno de esos sueños que se atoran entre el pecho y la espalda de los rebeldes que se encierran con doble llave en el caparazón de la certeza para alcanzar su objetivo antes que la muerte los encuentre. El escaso público que pude disfrutar de este momento se muestra incapaz de creer que El marimbero de los 1OO años pueda revolver  (interpretar)  su marimba.

Sus  brazos levantan los tacos (baquetas de caucho) y golpean con firmeza la marimba. Al mismo tiempo que percuten las tablas de chonta sus ojos se iluminan y va desapareciendo el anciano de 1OO años para ser remplazado por el mismísimo  diablo, un hombre joven,  bello y poderoso, que toca sin parar Bambucos viejos, Currulaos,  Jugas grandes y Patacorés, como solo un centenario puede hacerlo. Cuando cumplió diez años, su padre Valentín le regaló una marimba de veintidós tablas, y a Guillermo le brilla una sonrisa cada vez que recuerda la tarde en que recibió a la que sería su compañera para toda la vida. Cuando llegaban los marimberos a su casa se acostaba debajo de la marimba para memorizar los movimientos,  silbaba las melodías hasta retenerlas con precisión en su cabeza.

Aprendió a fabricar las marimbas de forma autodidacta, hablando con los viejos, quienes le enseñaron los secretos de la construcción y afinación basados en cuatro  pilares: Luna, agua, oído  y  machete. Guillermo sabe perfectamente qué luna necesita para poder cortar la palma de chonta, es la misma  palma de donde nace el chontaduro, con la madera de  su cuerpo se fabrican los teclados de las marimbas; los resonadores son de bambú y les dan la  medida de afinación con el nivel del agua. Siempre usa un tipo de vejuco verdoso que soporta el teclado sobre una estructura de madera robusta. Sus marimbas son únicas, es un fino y dedicado constructor que aprendió a reconocer los mejores materiales y sonidos mientras era pescador, agricultor, destilador de alcohol y hasta lanchero. Me imagino a Guillermo en su potrillo (canoa) a los 2O años, canaleteando de lado a lado el río Cauca como los poderosos bogas que navegaron el Magdalena y el Dagua moviendo el país entero a lo largo del siglo XIX.

Pero Guillermo no está tocando solo,  lo acompaña una plana de genuinos intérpretes de la música selvática del Pacífico sur. En el bombo golpeador ¨Pacho¨ Torres parece estar siendo exorcizado mientras toca, solo se ve el blanco de sus ojos incrustados en un cuerpo que se contorsiona al compás de la música y percute su bombo como si el mundo se fuera acabar;  unas horas antes fuimos a recogerlo en una lancha. Su casa es un palafito situado en la vereda Sansón, a 2O  minutos de Guapi, Cauca. Allí nacieron Pacho y sus hermanos, arrancados del vientre de su madre  por las manos de las parteras quienes acostumbraban a cortar los ombligos de los recién nacidos sobre las marimbas. Cuando llegamos ¨Pacho¨ estaba tocando una Juga sobre la marimba de los espíritus,  así la bautizaron hace más de setenta años cuando a  José, su papá,  se le apareció un espíritu mientras curaba (preparaba)  la chonta para fabricarla. Los Torres fueron una de esas pocas familias que se rehusó a destruir sus instrumentos y echarlos al río al ser considerados diabólicos por parte de la iglesia. Se internaron en la selva para poder seguir tocando y fabricando sus instrumentos sin ser juzgados por su tradición.

Don Silvino Mina tiene alrededor de 8O años, también es intérprete y constructor de marimbas, hoy acompaña al marimbero de los 1OO años tocando los bordones (bajos de la marimba) y la percusión; si sumamos las edades de los siete músicos principales, el resultado es algo más de 5OO años, cinco siglos de experiencias quedan plasmadas en esta modesta grabación.

Cuando uno llega a Guapi hay un olor de alegría mezclado con pescado frito y papa china (tubérculo de la región) que preparan y venden unas mujeres invencibles, gigantes,  dueñas de un rico saber ancestral. Sixta Perlaza, Carmelina Montaño y Eulalia Torres son mujeres campesinas que labran la tierra, atraviesan en potrillo el río, cantan mientras bogan (navegan en las aguas) y sacan adelante sus familias. Sus cuerdas bucales vibran esta tarde para la marimba centenaria, son voces roncas, mojadas por el viche (bebida alcohólica artesanal) que  entonan melodías y describen la vida y la naturaleza, el desarraigo y el abandono, el embate permanente de los hombres entre el bien y el mal, en últimas las canciones tradicionales también son esos libros de historia que el tiempo provee para que la memoria permanezca y los pueblos se alimenten y crezcan.

Guillermo Ríos decidió hacer vida en Guapi desde los 75 años, al lado de sus hijas, siempre admiró el talento e inteligencia del pueblo guapireño, por eso hoy está tocando con ellos, con sus amigos, colegas y alumnos, con María Helena Anchico, su estudiante más dedicada y talentosa, quizá la mejor intérprete de marimba del país.  Estamos en uno de los lugares más húmedos de Colombia a una temperatura aproximada de 35 grados centígrados, en el casco urbano de Guapi, donde los curiosos se van sumando a nuestra celebración. Los cununeros (intérpretes de tambor)  Jayer Torres y Alexis Mina sostienen la mirada en un punto fijo,  sus manos no paran de golpear los cununos (tambores del Pacífico sur) perfectamente coordinados con el universo sonoro que los envuelve.

Después de interpretar siete u ocho temas deja de tocar, Guillermo se aparta  de su marimba en medio de aplausos, con la sonrisa y satisfacción que nadie podrá arrebatarle a un hombre centenario que cumplió hasta el último de sus sueños. Un evento de esta naturaleza es para él aún más significativo hoy: grabar su primer álbum el día de su cumpleaños número 1OO, un veintiocho de febrero, en compañía de sus amigos, los juglares de la región.

Guillermo dejó  el alma en esta grabación, porque como hombre de 1OO años sabe que el rechinar de la escalera es una nueva experiencia que se acerca, una experiencia más comúnmente conocida como la muerte, que sube lentamente cada escalón para darle tiempo de ultimar los detalles de su partida.

Fin.

Nota:

Guillermo Ríos ya  falleció, el álbum aún no ha sido editado, pero deseamos compartir con ustedes uno de los temas que grabó El marimbero de los 1OO años, se llama ¨Morenito adiós¨  un Bambuco Viejo, de los aires musicales de marimba más antiguos del Pacífico sur. A este tema se le puede sentir su peso ancestral, un rico discurso selvático gestado por la capacidad creadora de hombres y mujeres que han sabido transmitir y mantener nuestro legado inmaterial a través del tiempo,   y por ello deberían  ser considerados y tratados como  tesoros vivos del país. 


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