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LA MUJER Y LA MÚSICA EN LAS COSTAS COLOMBIANAS


LA MUJER Y LA MÚSICA EN LAS COSTAS COLOMBIANAS
La mujer del Caribe y del pacifico colombiano ha sido símbolo de persistencia, creatividad y fortaleza. En los procesos históricos de nuestra conformación como nación las mujeres han tenido que librar grandes luchas no solo en pro de sus derechos de género sino por el contrario han sido defensoras de su familia y de sus saberes.
 En la cotidianidad  de sus días las mujeres de nuestras costas inspiradas en el paisaje cálido que las rodea  componen canciones, alimentan a sus familias y aprenden de sus abuelas todos los secretos relacionados con la cocina  la medicina y la música (entre otros).  
Es incuestionable el aporte femenil al cuidado y defensa de las tradiciones y conocimientos populares. Uno de estos saberes es la música que como testigo a inmortalizado los grandes acontecimientos de nuestra transformación, el canto ha sido el instrumento principal de estas mujeres generalmente adultas que durante su infancia aprendieron  las ricas tradiciones orales de sus pueblos; la mujer canta a la vida mientras lava, apila el arroz, prepara los alimentos, boga o rema por los ríos. Estos cantos tradicionales se denominan Bailes Cantados  en los cuales encontramos el bullerengue  la tambora,  cada uno con sus propias variantes y otros como la chalupa, el fandango de lengua, Lumbalu (entre otros), en la costa pacífica encontramos los cantos de boga, arrullos, jugas, currulaos, aguabajos, bundes (entre otros),  hoy día estos aires son interpretados por mujeres que usan la pollera o falda grande que simboliza la maternidad, la vida. El ancestro africano está presente en todas las manifestaciones culturales de estas regiones por tanto  debemos resaltar la capacidad creadora del afroamericano para adaptarse a un  medio adverso, dichos procesos creativos muestran claramente la resistencia pacífica de un pueblo  que se niega a perder su memoria.
El tambor ha sido por excelencia el compañero rítmico de todas estas expresiones orales que han trascendido a través del tiempo y el espacio, el tambor es la presencia masculina que complementa la  fuerza femenina  de estas músicas, el tambor determina la velocidad y el aire musical que ejecuta la cantaora,  el coro hace parte importante de estos grupos constituyéndose en bloques de hasta 15 mujeres o mas respondiendo al verso de la cantaora y batiendo sus palmas o el guasa (sonajero tubular) al compas del tambor, antiguamente las mujeres que se dedicaban a cantar podían hacerlo solo después de haber dado a luz,  puesto que eso desarrollaba mayor fuerza en su caja torácica y  firmeza al cantar.
Las cantaoras son mujeres respetadas no solo por su talento musical si no por el conocimiento en general  que  poseen sobre medicina,  partería, gastronomía (entre otros). Hoy día existen varias  mujeres que simbolizan la fuerza de estos cantos y encarnan la tradición, ellas son: Toto la momposina, Martina Camargo, Petrona Martínez, Seferina Banquez, Graciela Salgado, Liomedes Portocarrero, Juana Angulo, Beatriz basan “titi”, Leonor Gonzales Mina, Eulalia torres, Gloria Perea   y otras más jóvenes pero con que conservan la autenticidad y a la vez la renovación incesante del tiempo en sus cantos como: Lina babilonia,  Nidia Góngora,  Celestina Torres, Cecilia Silva Caraballo, María mulata  (entre otras). 

Estas mujeres representan a viva voz el sentir y la transformación del pueblo colombiano, no queriendo decir con esto que son las únicas mujeres representativas de la región  sino mas bien mujeres que por su que hacer han hecho reflexionar a su pueblo acerca de sus realidades y la importancia que tiene el canto como patrimonio inmaterial y herramienta creativa para contar, visibilizar y  superar las dificultades propias del entorno. Sus cantos se convierten en libros abiertos que cuentan nuestra propia historia y se resisten a dejar desapercibida esa huella de África y América en nuestra sangre, con el tiempo estas mujeres han logrado renovar la función de la música y que esta tome una nueva misión y dimensión, despertando en las nuevas generaciones la determinación de aprenderlo y divulgarlo para garantizar su permanencia y continuidad en los actuales procesos creativos de nuestra sociedad.